- Raciones: 8 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: -
- Tiempo de Cocinado: -
- Calorías: 260
- Dificultad:
Fácil
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Los cítricos en general y el limón en particular son ácidos de uso frecuente en la cocina, capaces de modificar las propiedades organolépticas de cualquier elaboración. En repostería está presente en infinidad de elaboraciones, dejando como impronta su delicado perfume, amén de combinarse en perfecta simbiosis con el sabor dulce. El budín de limón es un postre tradicional que se remonta a comienzos del siglo XVIII, apareciendo en el recetario American Cookery (1796).
La combinación de ingredientes no podría ser más sencilla, tratándose básicamente de un bizcocho pesado donde el limón destaca dejando ver su arrolladora personalidad. Pese a que a priori la ejecución no entraña demasiada dificultad, es necesario aplicar correctamente las técnicas de batido, lo que redundará en una masa esponjosa y húmeda. Tampoco descuidaremos los ingredientes, que por humildes que parezcan, tienen que guardar un mínimo de calidad.
No solo contaremos con sabores alimonados, sino que también destacarán matices lácticos aportados por la mantequilla y crema de leche, a la que debemos prestar toda nuestra atención. Asimismo, los huevos de corral y una variedad escogida de limón, como la Primofiori, terminarán de redondear el bizcocho. La harina empleada será de las denominadas como flojas, en ocasiones marcadas con 0000, con una proporción de gluten mínima que permite encapsular mejor el gas.
Por otro lado, si queremos mantenernos fiel a la tradición, coceremos el budín en un molde de plum cake no demasiado grande, de unos 15 cm de largo. Consta, en efecto, como habréis observado, de una bizcocho y un glaseado, convirtiéndose en el bocado perfecto para endulzar tus desayunos meriendas. Siéntete libre de improvisar, sustituyendo el limón por cualquier otro cítrico de tu gusto, ya sea naranja, lima o, incluso, el atípico pero delicioso pomelo.
Ingredientes
Instrucciones
- Dado que la masa estará lista en un santiamén, lo primero será precalentar el horno a 170º, con calor arriba y abajo, además de engrasar el molde, forrándolo posteriormente con papel de hornear. En un bol amplio mezclaremos los ingredientes secos tamizados, a saber: la harina, el polvo de hornear (levadura Royal) y la sal, repartiéndolos homogéneamente.
- Aparte, en un vaso, derretiremos la mantequilla, dejándola atemperar unos minutos antes de utilizar. Para ello, podemos recurrir al socorrido microondas, estando muy vigilantes para evitar que explote dado su alto contenido en agua. Vele dando tiempo en pequeños intervalos, retirándola antes de que se encuentre totalmente derretida.
- Entre tanto, batiremos la crema de lecha a punto de chantilly, ayudándote si es posible de unas varillas eléctricas. Seguidamente, batiremos los huevos junto al azúcar, blanqueándolos hasta que tomen cuerpo, palidezcan y veamos burbujas en la superficie. Dicha tarea nos llevará unos 10 minutos batiendo a mano, algo menos si nos valemos de una máquina.
- Agregaremos la crema batida y la ralladura de tres limones, rasgando la piel con un microplane y procurando no arrancar parte del albedo, la capa blanca que confiere un sabor profundamente amargo. Añadir que la rayadura mejor fresca, es decir, obtenida en el momento, o de otro modo perderá parte de sus compuestos volátiles y, por ende, su embriagador aroma.
- Mezclaremos con una lengua, sin batir, simplemente integrando los ingredientes. A continuación, incorporaremos los secos, poco a poco, en tres tandas y procediendo de la misma manera. Lograremos así una masa ligeramente aireada. Por último, sumaremos la mantequilla derretida, distribuyéndola uniformemente, nuevamente, sin batir la masa.
- Vertemos el resultado en un molde y lo introduciremos en el horno a media altura sobre una rejilla alrededor de 45 minutos. Transcurrido el tiempo, nos cercioraremos de que está perfectamente cocido atravesando el bizcocho con un palillo y comprobando que sale limpio, sacándolo del horno. Finalmente, lo desmoldaremos y dejaremos enfriar sobre una rejilla.
- Con respecto a la cocción, cabe la pena mencionar algunas cuestiones fundamentales para que esta sea impecable. Primeramente, no abrir nunca bajo ningún concepto la puerta del horno mientras esta dure, o el bizcocho colapsará por el centro, dándole una apariencia desastrosa. Si notas que se dora en exceso por arriba, no dudes en colocar un trozo de papel de aluminio.
- Mientras se enfría el bizcocho, nos pondremos manos a la obra con el glaseado. Tan fácil como exprimir el jugo de un limón, colarlo para quitarle la pulpa, y mezclarlo con el azúcar glas hasta conseguir la textura deseada. Cubriremos el bizcocho completamente frío con el glaseado, dejándolo entibiar unos minutos antes de hincarle el diente.
- ¡Qué aproveche!
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