- Raciones: 12 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 45
- Tiempo de Cocinado: 22
- Calorías: 420
- Dificultad:
Fácil
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Los canutillos de crema, conocidos popularmente en la gastronomía española como canutillos de Bilbao, representan como pocos la disimulada elegancia de la repostería patria. Se trata de una masa frita y rellena de crema pastelera, que una vez fría, se reboza por azúcar blanquilla o glas. Podemos encontrar diferentes versiones atendiendo a la naturaleza de la masa: desde la sofisticada masa hojaldrada, hasta la tosca, pero igualmente deliciosa, masa de las frutas de sartén.
Sin que supongo un agravio comparativo, personalmente, pese a lo etéreo y afrancesado del hojaldre, prefiero para esta receta una masa más sencilla y ruda. Curiosamente, Bilbao se ha arrogado la invención de los canutillos de crema, sin embargo, muchos lo identifican con un postre eminentemente árabe. Teniendo en cuenta que los musulmanes nunca llegaron a conquistar el país vasco, resulta paradójico que una misma fuente lo atribuya a unos y a otros.
Independientemente de sus orígenes, los canutillos de crema se abren paso en los escaparates de las pastelerías bilbaínas, como un reclamo que atesora el paso inexorable del tiempo. Allí se consumen desde que hay memoria, destacando como un bocado improvisado que puede degustarse a pie de calle, sin necesidad de cubierto. Aunque rebosantes de humildad, necesitaremos proveernos de un molde de canutillos específico, de venta en ferreterías.
Asimismo, una manga pastelera se hace imprescindible para un rellenado más cómodo. Por tanto, concluimos, que los canutillos de crema constan de dos partes bien diferenciadas; una masa a base de harina de trigo, aceite y leche, rellena con la clásica crema pastelera. En una de tantas veces que me he dejado llevar por el entusiasmo, he podido probar algunas alternativas. Dado que la masa es totalmente neutra, admite multitud de rellenos, se me ocurre, de trufa o chocolate.
Ingredientes
Instrucciones
- Comenzaremos con la crema pastelera, ya que luego tendremos que enfriarla antes de proceder a rellenar los canutillos. Verteremos la leche en un cazo, infusionándola con alguno de los aromas que prefiramos, eligiendo en este caso la vainilla. Cortaremos la vaina a lo largo, sumergiéndola en la leche desde frío, permitiendo de este que los sabores y aromas se desenvuelvan en la leche.
- Llevaremos a fuego suave, permaneciendo vigilantes para evitar que la leche se desborde. Antes de que rompa a hervir, la retiraremos del fuego, sacaremos la vainilla y taparemos con papel film. Aparte, echaremos el huevo entero junto a las 3 yemas, batiéndolo con una varilla de mano, al mismo tiempo que vamos dejando caer el azúcar, hasta prácticamente blanquear la mezcla.
- A continuación, agregaremos la maicena, la cual habremos desleído previamente en un poco de leche fría, un pequeño truco para que no se formen grumos. Seguidamente, menearemos unos segundos con la varilla para integrarla, e iremos añadiéndolo a la leche templada, logrando una masa homogénea que devolveremos al fuego. Continuaremos moviendo hasta que espese.
- Una vez haya tomado la consistencia adecuada, la retiraremos del fuego, aguardando a que enfríe antes de meterla en una manga pastelera y refrigerarla. Entretanto, proseguiremos con la masa de los canutillos, incorporando la harina, el aceite y el zumo de limón en un bol, sin olvidarnos de la sal. Mezclaremos con una lengua, y cuando sea manejable, pasaremos a amasar con las manos.
- La masa resultante debe presentar un aspecto liso, formando una bola que filmaremos al ras y guardaremos también en la nevera al menos 1 hora antes de estirarla. Transcurrido el tiempo, extenderemos la masa con un rodillo, dejándolo razonablemente fina. Cortaremos tiras de masa largas, aproximadamente de unos 15 cm de largo y 3 cm de ancho, procurando no romperla.
- Agarraremos dichas tiras e iremos acomodándolas sobre el molde cilíndrico, superponiéndolas ligeramente, como en espiral. No apuraremos demasiado, dejando los extremos de los moldes libres para que desmoldar la masa no se convierta luego en un suplicio. Llenaremos una parisién con abundante aceite de girasol alto oleico, colocándolo a fuego medio hasta alcanzar 180º.
- Iremos echando los canutillos en pequeñas tandas, friéndolos hasta que se doren ligeramente. Con una araña los voltearemos para que la fritura sea uniforme, retirándolos a un plato provisto de papel de cocina absorbente. Una vez se encuentren fríos, algo que no les llevará demasiado tiempo, los rellenaremos con la manga pastelera, sujetándolos con firmeza pero sin aplastarlos.
- Finalmente, los rebozaremos en azúcar, quedando listos para arrebatarnos el sentido. Como sugerencia de presentación, os proponemos servirlos, por ejemplo, junto a un helado, conformando así un postre original que puede incluirse en un menú festivo. Aguantan bastante bien el paso de los días, no obstante, os recomiendo almacenarlos en un tarro hermético.
- ¡Qué aproveche!
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