- Raciones: 16 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 25
- Tiempo de Cocinado: 60
- CalorÃas: 280
- Dificultad:
Fácil
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Históricamente, el membrillo ha logrado cautivar a multitud de civilizaciones que sucumbieron a su embriagador aroma y particular sabor agridulce. Pese a que se puede consumir crudo, tal cual, como si de una fruto cualquiera se tratase, lo cierto es que su carne resulta especialmente áspera. Desde tiempos inmemorables, el membrillo ha despertado fascinación, teniéndonos que remontar al Antiguo Egipto para escribir una historia cronológica, continuando por la Gracia clásica.
Se cree que ya los faraones disfrutaban de dulces elaborados a partir de esta fruta, no obstante, no fue hasta la Edad Media que consiguió asentarse definitivamente en la cultura gastronómica europea. Monasterios y conventos se convirtieron en su catalizador, seleccionando, cosechándola y convirtiendo su sabor amargo de textura granulada en el dulce de membrillo. Estas conservas, únicamente accesibles para las gentes acaudaladas, eran todo un sÃmbolo de estatus y poder.
No solo se utilizó para elaborar el dulce de membrillo, sino que además alcanzó el estatus de fruta mágica, pues se instauró la creencia de que conseguÃa ahuyentar los malos espÃritus, colgándose en la puerta de las casas a modo de amuleto protector. Durante el transcurso del siglo XVIII, las técnicas de refinado del azúcar evolucionaron, y con ellas el membrillo. Ahora presentarÃa una textura más suave, amén de aumentar considerablemente su tiempo de conservación.
De mano de los primeros colonos europeos, América recibió el membrillero, echando raÃces en muchos lugares donde más tarde se fusionarÃan usos y costumbres culinarios. Actualmente, la industrialización feroz de todo proceso productivo, incluido el de la transformación de alimentos, nos ha hecho abandonar recetas tan simples, económicas y agradecidas como las que nos ocupa. Si bien siempre estuvo ligado al queso y las nueces, admite otras combinaciones en la cocina.
Ingredientes
Instrucciones
- A muchos les podrÃan parecer cantidades totalmente desproporcionadas, sin embargo, teniendo en cuenta la merma del membrillo una vez pelado y cocido, amén del hecho de que puede conservarse casi indefinidamente en la nevera, no lo son en absoluto. Comenzaremos pelando los membrillos, pudiendo utilizar para ello un pelador de patatas o, en su defecto, una puntilla.
- Asimismo, retiraremos las semillas y lo cortaremos en cubos, de más o menos el mismo tamaño, aunque no es algo demasiado relevante dado que se acabarán triturando. Disponlos en una olla grande junto a una vaina de vainilla abierta, seguida de un limón partido en cuartos y con piel, sin olvidarnos de la canela. Finalmente, cubriremos con el azúcar y verteremos el agua con el coñac.
- Revuelve para que el perfume y sabor de los aromáticos impregnen el membrillo, dejándolo macerar al menos 8 horas, recomendablemente todo un dÃa. Como las mermeladas de antaño, la fruta en sinergia con el azúcar, del mismo modo que lo hace la sal, actúa por osmosis. AsÃ, observaremos como esta ha perdido y depositado buena parte de sus juegos en el fondo.
- No es un paso imprescindible, pero sà conveniente. Colocaremos la olla en el fuego, llevándola a ebullición, tras lo cual bajaremos el fuego, manteniéndolos ahà por unos 50 minutos, o los que sean necesarios para que se ablanden. Con los membrillos adquiriendo un torno rojo, signo de que el azúcar ha caramelizado correctamente, retiraremos la vainilla, el limón y la canela.
- Retiraremos también la mayor parte del lÃquido, que recomiendo guardar, ya que es una extraordinaria jalea para endulzar yogures u otros postres lácticos e, incluso, pasteles o tartas. Trituraremos con el túrmix, introduciendo el brazo directamente dentro de la olla. Volveremos a poner el membrillo al fuego, esta vez por 20 min, procurando no alejarnos demasiado de él.
- Removeremos insistentemente con una cuchara, procurando que no se agarre, y guando cierta distancia, pues al estar tan espeso es fácil que en el borboteo nos acabe salpicando. Obtendrás una crema sumamente espesa, que luego, gracias a la actuación de las pectinas, solidificará. Trasladaremos el membrillo a un tupper de cristal o a tarros de cristal herméticos.
- Aguantará en la nevera perfectamente 3 meses, o hasta 1 año si nos decantamos por almacenarlo en tarros de cristal al vacÃo. Dejaremos atemperar antes de refrigerarlo. Existen infinidad de fórmulas y técnicas con las que obtendremos siempre parejos resultados. ¡No te olvides del queso y las nueces para acompañar! Tampoco dejes de probarlo con helado, seguro te sorprenderá.
- ¡Qué aproveche!
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