- Raciones: 16 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 25
- Tiempo de Cocinado: 60
- Calorías: 310
- Dificultad:
Fácil
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Se acerca la Navidad, y con ella, los lineales de los supermercados se abarrotan de infinidad de dulces pecaminosos que nos ponen a prueba en la ardua tarea de vencer a la báscula. Sucumbir es fácil, tanto como dejarse llevar por el espíritu navideño, un sentimiento de amor y alegría que nos reconcilia con los demás, dando lugar a reuniones que giran en torno a mesas repletas de manjares. Tras una copiosa comida, no pueden faltar los típicos polvorones, el mazapán o el turrón.
Queriendo romper un poco con la tradición, la tarta de turrón nos presenta una manera alternativa muy ocurrente de consumir el dulce navideño por excelencia. En España conocemos el producto como nadie, habiéndolo refinado en un proceso que ha durado más de 1000 años. Probablemente, los griegos y romanos dieran forma a un producto similar, motivados por el ansia de conseguir un bocado hipercalórico que pudiera aguantar lagos trayectos sin echarse a perder.
En esencia, si simplificamos, el turrón no es otra cosa que una mezcla de frutos secos y miel, cristalizando en una tableta dura capaz de mantener sus cualidades organolépticas intactas por meses. Podemos estar seguros de que el pueblo árabe fue el precursor del turrón, introduciendo en la península tanto la materia prima, en este caso almendra y miel, como la técnica. No por casualidad se instaló en Alicante la industria turronera, albergando almendros y colmenas de miel.
Originalmente, el turrón poseía un aspecto similar al turrón de Guirlache, mucho más tosco que el actual. Destaca entre todos ellos el turrón de Jijona, conocido vulgarmente como turrón blanco, empleado con múltiples aplicaciones en la cocina, no solo en la repostería. Me viene siempre a la cabeza el icónico y atemporal turrón de foie, un lingote con textura de mousse, etéreo y celestial. Otra de mis debilidades confesas es esta deliciosa tarta de turrón de la abuela. ¡Rica y sencilla!
Ingredientes
Instrucciones
- Podríamos afirmar que se trata de una especie de tarta de queso con sabor a turrón, ya que encuentra grandes semejanzas con ella, desde la base de crumble de galleta, hasta la mezcla con productos lácticos, sustituyendo en este caso el queso por nata y leche a partes iguales. Arrancaremos entonces con el crumble, seleccionando la tan de moda y deliciosa galleta Lotus.
- Trituraremos las galletas hasta reducirlas prácticamente a polvo, empleando para ello un procesador de alimentos o, en su defecto, un mortero o similar. Colocaremos la mantequilla en un tazón, derritiéndola en el microondas a máxima potencia por unos segundos, sin perderla de vista. Recuerda que la mantequilla de calentarse mucho en el microondas acaba explotando.
- En un bol echaremos la galleta triturada junto a la mantequilla derretida, mezclándolo todo con la mano hasta obtener una especie de tierra húmeda fácil de compactar. Cogeremos un molde de aproximadamente 18 cm de diámetro y volcaremos el crumble en el fondo, extendiéndola de tal modo que quede una fina capa uniforme, la cual compactaremos con el revés de una cuchara.
- Conociendo un poco el molde que vamos a emplear, podemos prevenirnos si el antiadherente está muy deteriorado colocando antes un papel sulfurizado por todo la base y los lados. Con el fin de que se adhiera mejor, podemos recurrir a un poco de mantequilla en spray o cualquier otra grasa, aunque normalmente el mismo peso de los ingredientes debería ser más que suficiente.
- Filmaremos la galleta al ras, y mandaremos el molde a la nevera. Mientras termina de asentarse, verteremos la leche en un cazo, seguida del turrón blando desmenuzado. No está de más insistir en la calidad del turrón, de la que dependerá en buena medida el resultado final. Un sello de garantía es la etiqueta del Consejo Regulador acompañado de la inscripción Calidad Suprema.
- Colocaremos el cazo a fuego mínimo, removiendo constantemente con una espátula de silicona o cuchara de madera. Entretanto, hidrataremos las hojas de gelatina, sumergiéndolas en agua fría al menos 4 minutos. Con el turrón completamente disuelto en la leche, añadiremos la nata y el azúcar, siendo la primera la responsable de la cremosidad e intensidad de sabor de la tarta.
- Como hemos repetido en otras ocasiones, la grasa se comporta como un encapsulador de los aromas volátiles, por lo tanto, cuanta más grasa, más sabrosa y aromática será la tarta. Los postres suelen incluir nata de un porcentaje graso que va desde intermedio a alto, a diferencia de la nata habitual para cocinar, que no suele superar en la mayoría de los casos un 18% de materia grasa.
- Escurriremos bien la gelatina, para seguidamente incorporarla a la mezcla final, removiendo con brío, ayudándonos de una varilla. De inmediato, retiraremos el cazo del fuego, dejándolo de reposar mientras se entibia. Sacaremos del frigorífico el molde, y verteremos la mezcla anterior dentro, procurando que no incida directamente en la base, deslizándolo por una cuchara.
- Este truco servirá para que la galleta no se desmorone, permaneciendo cohesionada. Aguardaremos a que se enfríe por completo antes de meterla nuevamente en la nevera por un tiempo que suele superar las 4 horas, en función de la gelatina y grosor de la tarta. Cuando se encuentre completamente gelificada, estará lista para servir con un poco de almendra laminada.
- ¡Qué aproveche!
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