- Raciones: 12 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 25
- Tiempo de Cocinado: 60
- CalorÃas: 280
- Dificultad:
Fácil
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Etéreos, sublimes y delicados, los suspiros de moya alardean de elegancia y sofisticación, presentándose como un bocado sobrio pero enormemente disfrutable. Son la muestra inequÃvoca de que Gran Canaria alberga un tesoro gastronómico de valor incalculable, legando de generación en generación todo el saber transmitido con mimo por las abuelas. Moya es un municipio de la isla, el cual da nombre al postre que afanosamente elaboraban las mujeres de la región.
Al norte de la misma, los vecinos, estupendos anfitriones, solÃan aprovisionarse de huevos para agasajar a los visitantes, o ante la expectativa de una inminente celebración, como una boda o bautizo. Eran las reposteras, quien recogiendo el testigo, dando forma a estos encargos, horneando unos deliciosos suspiros y bizcochos. Cuentan, que la señora Antonia, regentaba la única panaderÃa del pueblo, ofreciendo su horno desinteresadamente para dichos menesteres.
Quizá en la actualidad esta cordialidad entre vecinos, el gozo de la comunidad, se ha diluido en pro de una sociedad individualista, resultándonos tan lejano en el tiempo como extraño. Conocidos también como mimos, los suspiros de moya constan tan solo de tres ingredientes, a saber: claras de huevo, jugo de limón y azúcar. Como su nombre sugiere, el suspiro nos evoca un sentimiento de conexión que trasciende lo terrenal, un instante de satisfacción dulce y exquisito.
Si bien podrÃan parecer fáciles de ejecutar, tendremos que ser diestros a la hora de batir o, en su defecto, disponer de unas varillas eléctricas para simplificar el trabajo. Con la llegada de las navidades, son muchos los que se animan a practicar el arte de la reposterÃa en casa, probando diferentes recetas que poder incorporar a su repertorio. Recupera esta antiquÃsima tradición canaria y sorprende a tus invitados con este duce exótico que conmueve con su liviana textura.
Ingredientes
Instrucciones
- Comenzaremos separando las claras de las yemas, desechando estas últimas o guardándolas para otra elaboración. Dispondremos las claras en un bol amplio, batiéndolas preferiblemente con unas varillas eléctricas o, en caos de no disponer de ellas, utilizaremos la clásica manual. El gesto de batir es repetitivo, pero requiere de cierta maestrÃa: inclinaremos la varilla, agitándola en cÃrculos.
- Dibujaremos una elipse, tratando de encapsular el aire, lo que propiciará que las claras adquieran una textura espumosa, solidificándose a medida que acaparan aire. Cuando comience a adquirir cierta consistencia, incorporaremos el azúcar blanquilla y el limón o cremor tártaro, encargados de estabilizar la mezcla, seguido del azúcar glas. Menearemos hasta obtener un punto de nieve duro.
- Incorporaremos la mezcla en cazuelitas de papel pequeñas, lo que proporcionará integridad estructural al suspiro, procurando no marear demasiado el merengue. Dispondremos los suspiros en una bandeja universal de horno provista de un silpat, elevándolos un poco del contacto directo con la superficie de calor. Precalentaremos el horno a 100º, con calor arriba y sin función de aire.
- Introduciremos la bandeja a media altura, dejando que se sequen entre 40 y 60 minutos, o hasta que el merengue haya endurecido. En la misma medida que vayamos aumentando la temperatura, disminuiremos el tiempo, asà como aparecerá un ligero color tostado en su superficie. Personalmente, considero que los suspiros de moya deben lucir un blanco radiante e inmaculado.
- Una alternativa a las cazuelitas de papel, algo poco ortodoxo, consiste en pasar el merengue a una manga pastelera, la cual proveeremos de una boquilla rizada de cierta envergadura, formando montañitas en espiral, como si de una caracola se tratase, directamente sobre el silpat o papel de hornear. Una vez se encuentren completamente deshidratados, los sacaremos fuera del horno.
- Antes de consumirlos, se recomienda que se enfrÃen por completo, no siendo conveniente guardarlos en la nevera, ya que se humectarÃan y perderÃan toda gracia. Como sugerencia de presentación, te recomiendo servirlos a la hora de la merienda, acompañados por un buen café o té Pu-erh, capaz de embriagarnos con sus notas terrosas y dulces, combinando a la perfección.
- ¡Qué aproveche!
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