- Raciones: 12 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 30
- Tiempo de Cocinado: 55
- Calorías: 380
- Dificultad:
Fácil
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Con las pascuas casi pasadas, y a la espera de que llegue el Día de Reyes para deleitarnos con el infaltable roscón, probablemente no queramos oír hablar de dulces en una temporada. La semana próxima tendremos que enfrentarnos a la temida báscula, la cual reflejará nítidamente los excesos de estas fechas. Dejando a un lado las vicisitudes propios de la Navidad, siempre resulta atractivo y provechoso los platos que presiden las mesas en otras regiones, quizá un poco más apartadas.
Las Islas Canarias constituyen un enigma para muchos peninsulares, sobre todo en lo relativo a la gastronomía. Con holgada diferencia, las truchas de batata representan el pecaminoso pastel preferido por los canarios, incluso por encima del turrón, no concibiendo una mesa navideña sin su estimada presencia. Tan sencillas como deliciosas, las truchas de batata se revelan como una alternativa perfecta, muchas veces más digerible, a los tradicionales dulces como los polvorones.
Se trata de una empanadilla, en ocasiones hojaldrada, rellena de batata y almendras, aderezándose como canela, matalahúva, ralladura de limón y licor de anís. Pese a que la batata es el relleno por antonomasia, actualmente también podemos encontrarlas con chocolate, cabello de ángel y otras cremas dulces y untuosas. Tal es el entusiasmo que despiertan que, según en palabras del presidente de la asociación de pasteleros de Canarias, sus números impresionan.
Una pastelería mediana podría preparar en torno a 7000 unidades, mientras que una grande rebasaría las 15.000, dando buena cuenta de su popularidad. Llevar a cabo las truchas de bata en nuestra cocina no es en absoluto una tarea laboriosa o compleja, sino todo lo contrario. Independientemente de que nos aventuremos o no a elaborar la masa, sorprenden por su humilde simplicidad, lo que seguramente acabe convirtiéndolas en un imprescindible y familiar bocado.
Ingredientes
Instrucciones
- Considero que lo más práctico para esta receta es adquirir la típica masa para empanadillas de venta en cualquier supermercado, ya que de otro modo la receta se alargaría innecesariamente. No obstante, si insistimos en prepararlo todo, sería tan fácil como mezclar 450 g de harina de trigo todo uso, seguida de 200 ml de agua mineral y algo de grasa, en este caso 50 g de manteca.
- Amasaríamos 5 min, sin llegar a desarrollar el gluten, boleándola y filmándola al ras mientras se asienta y vuelve más elástica, cosa que no se demoraría más de 1 o 2 horas. Seguidamente, la estiraríamos y polucionaríamos con un aro de galletas, con un grosor aproximado de 1 a 2 mm. Comenzaremos pelando la dura batata, empleando para ello una puntilla o pelador de patatas.
- A continuación, la cortaremos en cuadrados de 2 cm de lado, más o menos, sumergiéndolos en agua en una cazuela amplia junto a la cáscara de limón y un chorrito generoso de anís dulce. Colocaremos la cacerola a fuego máximo, bajándolo a la mitad cuando rompa a hervir. El tiempo de cocción no debería superar los 20 minutos, quedando una batata blanda fácil de triturar.
- La escurriremos en el típico escurrido de pasta, sin olvidarnos de retirar la cáscara de limón. Escurrida toda el agua, la devolveremos a un bol para chafarla con un tenedor o similar, logrando un puré homogéneo y consistente. Entretanto, en una sartén antiadherente, tostaremos las almendras a fuego medio, vertiendo previamente una cuchara de aceite de oliva virgen extra.
- Al mismo tiempo, sin perder de vista las almendras, añadiremos el azúcar, la batata, mezclándolo hasta conseguir integrarlo por completo. Con las almendras ya tostadas, solo nos quedará picarlas en un procesador de alimentos, agregándolas a la batata junto a las pasas. Nuevamente, volveremos a mezclar con una lengua, integrándolo todo para conformar una masa homogénea.
- Como si de una empanadilla se tratase, colocaremos no más de una nuez de este relleno justo en el centro de la oblea, dibujando una quenelle. Humedeceremos ligeramente los bordes, plegándola sobre sí misma hasta hacer que coincidan, tras lo cual la sellaremos con un tenedor. Repetiremos el proceso tantas veces como sea necesario hasta ver agotado todo el relleno.
- Calentaremos en una parisién a fuego medio abundante aceite de oliva virgen extra suave o, en su defecto, aceite de girasol alto oleico, permitiendo que alcance unos 175º grados. Con el aceite caliente, solo nos queda sumergirlas en pequeñas tandas, friéndolas hasta observar un dorado uniforme en toda la superficie. Iremos apartándolas a un plato con papel de cocina absorbente.
- Ya atemperadas, solo nos quedará espolvorear abundante azúcar glas por encima, pudiéndolo sustituir por azúcar blanquilla. Para convertir la receta a su versión healthy, tan solo tendremos que obviar la fritura, cociéndolas en su lugar en el horno, pulverizadas ligeramente con aceite. A 180º, con calor arriba y abajo, dispuestas sobre un silpat, les daremos un tiempo de 18 minutos.
- ¡Qué aproveche!
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