- Raciones: 8 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 30
- Tiempo de Cocinado: 50
- CalorÃas: 220
- Dificultad:
Fácil
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El bizcocho de manzana es una interpretación del célebre pastel de manzana, tÃpico de Estados Unidos, que se presume como uno de los orgullos nacionales.
Hemos sido testigos de como en multitud de pelÃculas y series, este pastel hace acto de presencia en cafeterÃas, bares de carretera, locales fast food y demás servicios de expendedurÃa de comida.
Curiosamente, el paÃs adoptó la manzana sin que esta fuera autóctona, ya que era una desconocida antes de la llegada de los primeros colonos.
Probablemente, la manzana encuentra su origen en alguna región del Cáucaso, concretamente en Kazajistán, donde una de sus grandes ciudades, llamada Alma-Ata, se traduce como padre de las manzanas.
Tras el periodo glacial, cuando la vida silvestre volvió a florecer de nuevo, el paÃs se convirtió en el epicentro de la biodiversidad de la región, extiendo esos cultivos, al principio silvestres, por el resto del mundo. El cultivo del manzano, coincidió, pues, con la llegada del NeolÃtico.
Los archivos históricos revelan, que hace más de 3200 años, en el archipiélago griego, el cultivo de manzanas estaba a la orden del dÃa.
Cuando América fue conquistada, existÃan en el mundo infinidad de variedades de esta fruta, y no fue hasta el siglo XVII, a la llegada de los pobladores holandeses e ingleses, cuando la manzana comenzó a cobrar importancia en aquellas tierras baldÃas.
A decir verdad, las condiciones climáticas del lugar no parecÃan las idóneas, cosechando frutos enjutos, de forma irregular y, con un pronunciado sabor amargo. Más tarde, en la década de 1780, se conseguirÃan hibridaciones realmente deliciosas.
Volviendo al bizcocho de manzana, y pese a que en la Europa del siglo IV muchos paÃses contaban en su recetario con algo similar, fue Estados Unidos el responsable de su auge y popularización.
Estamos acostumbrados a vivir en un perÃodo histórico de abundancia, donde todo parece dado por añadidura, sin embargo, si nos remontamos a tan solo un par de siglos atrás, descubrimos una serie de infortunios, calamidades y miserias ligadas a los cultivos.
Los excedentes de la producción, en momentos puntuales, son los que agudizan la imaginación, y logran convertir una manzana en un pastel, una tarta, un bizcocho o un licor, como asà ocurrió.
Cómo hacer un bizcocho de manzana
Encontramos, como advertÃa, un amplio abanico de dulces hechos a base de manzanas, siendo en Europa la tarta de manzana la más conocida.
Por su parte, los estadounidenses, se pirran por una fórmula similar, que viene a sustituir el hojaldre por la socorrida y deliciosa pasta brisa.
En esta ocasión, vamos a deleitar vuestros sentidos, con un bizcocho de manzana sencillÃsimo, que rescata la tradición bizcochera más elemental, y le agrega el inconfundible perfume y sabor dulce de la reina de las manzanas; la Golden.
Ingredientes
Instrucciones
- Podéis comprobar que este bizcocho atesora la esencia de la tarta de manzana, con la ventaja de que es mucho más sencillo y rápido de elaborar. En primer lugar, precalentaremos nuestro horno, y al igual que harÃamos con un clásico bizcocho, programaremos 180º con calor arriba y abajo. Entretanto, nos prepararemos un par de boles para ponernos manos a la masa.
- Separaremos las claras de las yemas en cada uno de los boles respectivamente. Por un lado, montaremos las claras a punto de nieve junto a una pizca de sal. Batiremos con una varilla eléctrica, o en su defecto, una manual. Recordad hacer movimientos enérgicos, envolventes, de abajo hacia arriba, tratando de insuflar aire a la mezcla. Reservaremos.
- Añadiremos el azúcar blanquilla a las yemas, y las blanquearemos. Este proceso, que se considera una técnica básica en reposterÃa, consiste en batir las yemas junto al azúcar hasta que queden de un color apagado y observemos unas burbujas en la superficie. Entre otras cosas, estos es garantÃa de que los cristales del azúcar han quedado disueltos.
- Seguidamente, incorporaremos el aceite de oliva virgen suave, o si lo preferimos, una cantidad equivalente de aceite de girasol o incluso mantequilla. También rallaremos la piel del limón con un microplane, insisto como otras veces, sin arrastrar la parte blanca del mismo. Batiremos hasta que todo quede perfectamente integrado.
- Proseguiremos con el suero de leche o lactosuero, que impulsará su jugosidad. Es un recurso en reposterÃa, salsas y batidos. Lo único que tendremos que hacer es exprimir el limón al que habÃamos desprovisto de su piel, y verterlo en la cantidad indicada de leche, importante que sea entera. Dejaremos reposar 10 minutos, y tal cual, lo verteremos en las yemas.
- Tamizaremos la harina y la levadura sobre la mezcla anterior, al mismo tiempo que con una varilla vamos removiendo para evitar que se formen grumos. Pelaremos y cortaremos una manzana en trozos generosos, de 3 cm de lado, eliminando, por supuesto, el corazón, que resulta demasiado duro. Incorporaremos estos trozos a la mezcla anterior repartiéndolos de manera equitativa.
- Ahora sÃ, llega el momento crÃtico, el de añadir las claras montadas a punto de nieve que habÃamos reservado anteriormente. Con una lengua, iremos incorporando poco a poco las claras, realizando movimientos envolventes, como si acariciáramos la masa, previniendo asà que las claras se bajen y no actúen como agente leudante. ¡Tómate tu tiempo, sin prisa!
- Cogeremos un molde circular, con cierre lateral, y lo untaremos con mantequilla o mantequilla en spray, aunque es válida cualquier grasa. Sobre la misma, espolvorearemos de manera uniforme una fina capa de harina, que puede ser de arroz. Al tener una textura más arenosa, luego resulta mucho más fácil desmoldar el bizcocho. Apuntad este truco.
- Finalmente, pelaremos las dos manzanas restantes, y las cortaremos en rodajas. Las acomodaremos sobre la superficie del bizcocho, formando un acordeón concéntrico, exactamente igual que harÃamos en una tarta de manzana. En caso de que la masa se vea muy lÃquida, y no pueda resistir el peso de la manzana, la mandaremos filmada unos minutos a la nevera.
- Hornearemos sobre una rejilla alrededor de 45 minutos, o hasta que el bizcocho esté cocido. Si vemos que empieza a coger un dorado excesivo, podemos recurrir al papel de aluminio, cubriendo la superficie para que el calor no incida directamente sobre la masa. Haremos la prueba del palillo, en la zona más alta, para comprobar que, efectivamente, está hecho.
- Lo sacaremos del horno, desmoldaremos, colocaremos sobre una rejilla y aguardaremos a que se enfrÃe. Luego de que esté a temperatura ambiente, nos queda pintarlo con nuestra mermelada favorita. Esto, además de darle un toque de sabor contrastado, añadirá brillo, algo que aumentará exponencialmente el atractivo del bizcocho. Solo nos queda sentarnos a disfrutar de este bocado.
- ¡Qué aproveche!
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