- Raciones: 4 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 20
- Tiempo de Cocinado: 150
- Calorías: 90
- Dificultad:
Fácil
Ver en Instagram
El sorbete de limón al cava es un clásico irrepetible.
Generalmente, se consume como postre, aunque no es raro que sirva como aperitivo, e incluso como entremés entre diferentes platos, limpiando y refrescando el paladar.
Es el precursor de los postres helados, y a diferencia de ellos, carece de elementos grasos, presentando una textura más líquida, menos compacta y mucho menos cremosa. Aun así, hay quien lo encuentre tan fresco como irresistible, siendo una de las recetas preferidas del verano.
Se cree que fueron los chinos en el año 2500 a.C los primeros en elaborar este postre helado, el cual aderezaban generalmente con canela.
Los califas se referían a ellos como Sharbets, refrescos a base de frutas y nieve. Hay que tener en cuenta que en la antigüedad no existían medios de refrigeración, y aún menos de congelación, por lo que se recurría a lo que la naturaleza te ofrecía.
Alejandro Magno, por ejemplo, mandaba elaborar sorbete para sus tropas, enterrando ánforas repletas de miel y frutas en la nieve.
En España, fue Carlos V el precursor del sorbete, fabricados con nieve que se traía expresamente de las montañas, surgiendo rápidamente, ante la alta demanda, el oficio de nevero, encarnado como máximo exponente en Pablo Xarquies, que proveyó a Madrid de hielo gracias a un ingenioso sistema de almacenamiento subterráneo.
Si queréis saber más sobre este tema os recomiendo leer este artículo que os resultará muy interesante, y más si sois de Madrid.
Siguiendo con los sorbetes, hasta que Marco Polo se trajo de China la técnica actual, en Europa las únicas mezclas conocidas eran de las de miel y frutas.
Las propiedades del sorbete de limón al cava hereda muchas de las propiedades del limón y son de sobra conocidas, destacando sus efectos diuréticos y digestivo.
El cava es el licor por antonomasia cuando hablamos de sorbetes, pero a lo mejor no es de nuestro gusto o nos resulta complicado acceder al mismo. En este caso, siempre podremos sustituirlo por un albariño o un vino del Jurançon, que tienen una simbiosis perfecta con el sabor del limón.
Del mismo modo, si queremos que los niños también lo prueben, existen espumosos blancos sin alcohol.
Ingredientes
Instrucciones
- Se trata de una receta sencilla, ideal para esos días en los que tenemos invitados, pero vamos apurados de tiempo. Pelaremos y exprimiremos los limones, que podríamos sustituir al 50 % por limas, en caso de que queramos un sabor más equilibrado. La cantidad de zumo obtenida es bastante variable, en función del tamaño del limón, siendo la cantidad exacta para estas proporciones de 500 ml.
- Para extraer el jugo, emplearemos el típico exprimidor, no obstante, no es raro encontrar ya en las casas licuadoras o procesadoras de alimentos, que aprovecharán mejor la fruta. Verteremos el zumo en un cazo pequeño, y lo pondremos a fuego mínimo junto al azúcar. Con una varilla, iremos disolviendo los cristales de azúcar en el limón, hasta conseguir un zumo dulce.
- Retiraremos el cazo del fuego, y añadiremos el cava, concretamente ,si puedes ser, un Brut Nature, que se caracteriza por ser muy seco, con un dulzor prácticamente imperceptible, y una alta acidez acompañada de muchas burbujas, siendo el compañero perfecto para el limón. Mezclaremos nuevamente con la varilla, homogeneizando la mezcla. Filmaremos y llevaremos a la nevera dos horas.
- Entretanto, iremos batiendo las claras. En un bol perfectamente limpio, y con nuestras claras a temperatura ambiente, las batiremos enérgicamente junto a una pizca de sal, hasta conseguir el punto de nieve. Preferiblemente, usaremos unas varillas eléctricas, sin embargo, no se hace imprescindible, siempre y cuando tengamos la técnica adecuada.
- Realizaremos movimientos envolventes, de abajo a arriba, insuflando aire a las claras, como tratando de encapsularlo. Enseguida observaremos que comienza a cambiar de densidad, y a tornar en un color lechoso. Proseguiremos hasta que coja bastante cuerpo, algo que sabremos, cuando al alzar la varilla, se dibuje el típico montículo que se mantenga sin desinflarse.
- Sacaremos de la nevera el zumo e incorporaremos las claras, valiéndonos de una lengua, trazando movimientos envolventes y suaves. Cubriremos con papel film, o lo trasladaremos a un túper. Ahora sí, lo meteremos en el congelador por al menos 2 horas. En el trascurso de este tiempo, cada 30 minutos, lo sacaremos para volver a remezclarlo con una cuchara, hasta un total de 4 veces.
- Como sugerencia de presentación, os propongo servirlo en un vaso pequeño, acompañado de una hoja de menta o hierbabuena. Si queremos deleitar a nuestros invitados con algo verdaderamente vistoso, escarcharemos el borde de la copa o vasos. En un plato, colocaremos un poco de agua mineral, sobre medio centímetro, y mojaremos un par de milímetros del borde del recipiente.
- Finalmente, en otro plato, dispondremos dos cucharadas de azúcar, e introduciremos el borde en la misma, permitiendo que se adhiera, dando una agradable y festiva sensación a la vista. Las tiras de fruta confitada son otro recurso habitual.
- ¡Qué aproveche!
Otras recetas que te pueden gustar
Comentar esta receta