- Raciones: 8 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 30
- Tiempo de Cocinado: 240
- Calorías: 385
- Dificultad:
Fácil
Ver en Instagram
La tarta de limón desprende un perfume embriagador, desarrollando un torrente de notas aromáticas: dulces, frescas, ácidas, cremosas, lácteas o frutales, que consiguen cautivarnos. De entre todas las versiones, muchos se quedan sin lugar a dudas con la clásica lemon pie, habitual en las sobremesas británicas, compartiendo siempre espacio con un té. Está compuesta por una crema de limón coronada por un merengue tostado, sosteniéndose sobre una masa quebrada.
Aunque sus orígenes resultan difíciles de precisar, probablemente se elaboró por primera vez en la Inglaterra decimonónica, de las manos de protestantes, viajando luego a América del Norte bajo el brazo de una secta cuáquera. La única diferencia con respecto a la actual es la ausencia de merengue, debido a que los primeros colones eran tan demasiado pobres como para acceder a los huevos y el azúcar. Una de las primeras recetas fue escrita por Elizabeth Goodwell en 1806.
¿Quién era esta misteriosa mujer? Goodwell, una cocinera estadounidense afincada en Filadelfia, dirigía un negocio de pastelería, en él se impartían también clases de cocina. Nuevamente, de la necesidad nació la virtud, aprovechando esas claras que se desechaban para la crema para dar forma al merengue, alumbrando en términos estrictos lo que hoy conocemos como lemon pie. Desde entonces, cosechó un rotundo éxito local, extendiéndose como la pólvora por todo el país.
Este arraigo al lemon pie, compartido en toda la esfera anglosajona, no ha hecho más crecer y consolidarse, incluso fuera de sus fronteras. No es una tarta difícil, pero sí laboriosa, encontrando alternativas como la tarta de limón sin horno que pueden llegar a calmar un antojo. Te presentamos la tarta de limón sin horno, una solución alternativa a la lemon pie para esos calurosos días de verano, declarándose un postre rápido, sencillo y no por ellos menos rico.
Ingredientes
Instrucciones
- En el mercado podemos encontrar gelatina en diferentes formatos, siendo las hojas el más adecuado en líneas generales cuando se trata de repostería. Adquiere siempre gelatina neutra de primeras marcas, lo que garantizará un producto libre de olores y sabores desagradables.
- Dispondremos dos boles pequeños con agua fría, introduciendo en uno las 5 hojas para la crema, o cuerpo de la tarta, y la restante en el otro para la cobertura, manteniéndolas sumergidas 10 minutos. Forraremos un molde redondo desmontable de 20 cm de diámetro con papel de horno.
- No olvides cubrir también los bordes, recortando para ello un trozo de papel de ancho ligeramente superior al que marca el aro del molde. Si ves que no asienta bien del todo, con un poco de mantequilla fría, o la misma en spray, impregna escrupulosamente toda la superficie.
- Trituraremos la galleta Lotus, pudiéndose sustituir por cualquier otra galleta que tengamos por casa. Con una picadora o procesadora de alimentos, la reduciremos a polvo. En caso de no contar con nada parecido, las picaremos en un mortero o golpeándolas dentro de una bolsa.
- Mezclaremos las galletas con la mantequilla en pomada, creando una especie de _crumble_ arenoso que servirá como base de la tarta. Repartiremos la galleta por el fondo del molde, compactándola con un vaso o con la ayuda del revés de una cuchara, reservándolo filmado en la nevera.
- Entretanto, verteremos la nata para montar en un cazo o reductora, junto a los 75 gramos de azúcar, diluyéndolos en la nata mientras la llevamos a ebullición a fuego medio por 3 min. Removeremos con la varilla insistentemente, y retiraremos del fuego antes de que comience a hervir o desbordarse, añadiendo las cinco hojas de gelatina previamente escurridas.
- Integraremos cerciorándonos de que han quedado completamente disueltas, dejando reposar la mezcla 15 min para garantizar que el queso no se disgregue. Incorporaremos el queso crema, preferiblemente Philadelphia, en un bol, agregando seguidamente la nata con la gelatina.
- Batiremos con las varillas hasta obtener una mezcla homogénea, tras lo cual, verteremos el zumo de limón, integrándolo. Sacaremos el molde que habíamos metido en la nevera, rellenándolo con la mezcla anterior, y dejándolo reposar de nuevo al menos 2 horas en la nevera hasta que cuaje.
- A la hora de verter la mezcla en el molde, hagámoslo con cautela, poco a poco y desde una altura mínima, o correremos el riesgo de que la galleta se desbarate. Con la tarta perfectamente cuajada, preparemos la cobertura. Calentaremos en un cazo el agua, con el azúcar y el zumo de limón.
- Cuando rompa a hervir, bajaremos el fuego, y escurriremos la hoja de gelatina que nos había sobrado para echarla, retirándolo del fuego y dejando que se enfríe todo unos 5 minutos. Rescataremos la tarta de la nevera, vertiendo lentamente por encima la cobertura anterior.
- Evitaremos formar surcos dejando que primero caiga sobre una lengua, moviendo la tarta al mismo tiempo para que se reparta de manera uniforme. Rallaremos un limón con un microplane, procurando no arrancar la parte blanca, el albedo, de sabor profundamente amargo.
- Volveremos otra vez a meterla en la nevera para que cuaje la cobertura, al menos dos horas, comprobando antes que, efectivamente, se encuentra perfectamente sólida, desmoldándola. Como sugerencia de presentación, te proponemos servirla decorada con unas rodajas de limón confitadas y hojas de menta fresca. Se conservará estupendamente en la nevera por hasta una semana.
- ¡Qué aproveche!
Otras recetas que te pueden gustar
Comentar esta receta