- Raciones: 8 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 30
- Tiempo de Cocinado: 45
- CalorÃas: 450
- Dificultad:
Fácil
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Actualmente, el café ocupa el tercer puesto como bebida más consumida del mundo, solo por detrás del agua y el té, con más de 10.200 millones de kilos al año. Con el reciente acceso a alimentos de producción extranjera, han surgido mercados cada vez más selectos, demandantes de calidad y precio. El café es un sector boyante inmerso en un proceso de refinamiento, donde la adquisición y preparación del mismo cobra un significado relevante, prácticamente ritualÃstico.
Podemos disponer de todas las variedades cultivables, aunque algunas destacan especialmente sobre las demás, como el café moka, una de las más antiguas de la tierra. Procedente de Yemen, recibe su nombre del puerto exportador del mencionado a paÃs, extendiéndose desde allà a otros rincones de Asia y Europa. Resulta fácilmente identificable tras una simple inspección visual; granos redondos, pequeños, ligeramente puntiagudos y delgados, presentando baja acidez.
Potente, profundamente aromático y especiado, el moka suele servirse muy concentrado y azucarado, en pequeñas dosis. Dadas sus notas achocolatadas y carácter genuinamente arrollador, es muy apreciado en pastelerÃa, confiterÃa e, incluso, heladerÃa. Tanto es asÃ, que hay un pastel denominado tarta de moka, constituido por discos de bizcocho genovés emborrachados con un jarabe de café y delimitados por una mantequilla sutilmente aromatizada con moka o chocolate.
De sus orÃgenes no tenemos certezas precisas, no obstante, sabemos que los primeros en reconciliar la confiterÃa y el café fueron los alemanes a mediados del siglo XVI. La cultura del café no cundÃa por Europa hasta mediados del siglo XIX, cuando muchos paÃses animados por la eclosión de esta bebida estimulante comenzaron a integrarlo en el ámbito gastronómico. En España, la tarta de moka huele a infancia, a memorables tardes de cumpleaños con amigos.
Ingredientes
Instrucciones
- Como podrás comprobar por la lista de ingredientes, hemos sustituido el bizcocho genovés por galleta, pues en España es la versión más ampliamente conocida, sin embargo, si se te antoja preparar la receta original, solo tienes que cambiar uno por otro. Servirá cualquier tipo de bizcocho ligero, es decir, que no incluya materia grasa. Aquà te dejo una receta muy útil.
- Comenzaremos incorporando a un cazo los 50 ml de agua, junto a 10 g del café soluble, preferiblemente moka, o un café normal combinado con cacao en polvo. Además, echaremos el azúcar blanquilla, llevándolo a fuego medio hasta que esta quede completamente disuelta. El resultado recordará a una especie de almÃbar de café. Remueve constantemente con una lengua.
- Aparte, en un bol, batiremos las dos yemas de huevo hasta que espumen, blanqueándolas. En ese mismo bol, verteremos en hilo el almÃbar de café, al mismo tiempo que con la otra mano vamos integrándolo con un movimiento de varilla. Batiremos enérgicamente, homogeneizando la mezcla y enfriándola. Sacaremos la mantequilla de la nevera y la envolveremos completamente con film.
- Antes de agregar la mantequilla debemos cambiar su textura a pomada o crema, manoseándola para conferirle el calor suficiente. Muchos estarán pensando que este proceso es demasiado engorroso, y bastarÃa con darle un golpe de calor en el microondas, pero asà correrÃamos el riesgo de que suero y grasa se disociaran. La añadiremos a la mezcla anterior y batiremos con brÃo.
- Después de 5 o 10 minutos, habrá adoptado una consistencia irresistiblemente cremosa. Reservaremos en frÃo mientras vamos empapando las galletas. A los 240 ml de leche, le sumaremos los 5 g de café soluble que habÃamos reservado, preparando un café frÃo. Iremos mojando las galletas y acomodándolas en el fondo del molde donde presentaremos la tarta.
- No es necesario que nos recreemos introduciendo las galletas en la leche, simplemente se trata de que absorban un mÃnimo de lÃquido, ya que luego acabarán humedeciéndose más con la crema de mantequilla y café. Formada la primera capa de galletas en la basa, y ayudándonos de una espátula, extenderemos una fina capa de la mantequilla de café, de apenas unos 2 mm de espesor.
- Volveremos nuevamente a cubrir con otra capa de galletas perfectamente alineadas, por lo que se recomienda que tengan forma rectangular o cuadrada. Continuaremos alternando capas de galleta y mantequilla hasta ver agotadas por completo las galletas, cubriendo generosamente los laterales, asà como la superficie, dando lugar una estructura de galletas pegadas con mantequilla.
- Antes de lanzarnos a devorar tan suculento bocado, es preciso que la refrigeremos al menos 4 o 5 horas antes de hincarle el diente. Taparemos con papel film al ras, y consumiremos en las 48 horas posteriores a su elaboración. Como sugerencia de presentación, te propongo espolvorear un poco de cacao por encima, amén de disponer unas cuantas nueces pecanas de manera anárquica.
- ¡Qué aproveche!
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